Sermón de Su Beatitud Epifanío, Metropolitano de Kyiv y toda Ucrania 

en el día de la memoria de San Nicolás el Taumaturgo

¡Queridos hermanos y hermanas! ¡Gloria a Jesucristo!

¡Felicito de todo corazón a todos por el día de la conmemoración de San Nicolás el Taumaturgo, arzobispo de Myr Lykia!

¿Por qué entre muchos santos tiene tan gran honor? Porque con su vida y servicio da ejemplo de encarnación de las principales virtudes. Es un modelo de fe encarnada en obras. Él mismo muestra misericordia a los necesitados y anima a otros a mostrar tal misericordia.

Viviendo y sirviendo en condiciones externas difíciles, San Nicolás nos anima a nunca olvidar que cada momento es una oportunidad para hacer buenas obras.

Honrando y glorificando a San Nicolás, debemos ante todo comprender y darnos cuenta de que su caridad y misericordia tenían su fuente en una fe profunda e indomable en Dios. Nació y creció en una época marcada por el poder del paganismo, que descansaba sobre el poder del Estado romano. Ser cristiano entonces significaba ser perseguido como un criminal. Porque cuando no honraste a los dioses oficialmente definidos, cuando no te inclinaste ante los ídolos y no les hiciste un sacrificio, por esto estabas sujeto a castigo y persecución.

Durante la vida de San Nicolás, hubo varias olas de cruel persecución. Pero ninguno de ellos lo apartó de su creencia en el único Dios verdadero. Por el contrario, solo se hizo más fuerte en las pruebas. Por lo tanto, el Señor lo llamó al servicio del obispo, al liderazgo de la comunidad cristiana en las montañas de Licia. De modo que él, como una lámpara, fue colocado sobre un candelero alto e iluminó el camino de la salvación para muchos.

Si en la primera mitad de la vida de San Nicolás la Iglesia fue sometida a persecuciones externas, de las cuales salió victoriosa durante el reinado del Igual a los Apóstoles Constantino el Grande, entonces en la segunda mitad de su vida la la vida de la iglesia estaba perturbada por herejías y divisiones internas. Pero, sin temer a los perseguidores y atormentadores paganos, San Nicolás no tuvo miedo de enfrentarse a los falsos maestros que predicaban la herejía arriana bajo el nombre de cristianismo, distorsionando el Evangelio con sus sofismas.

Por eso, cuando hoy glorificamos a este hombre de Dios como regla o ejemplo de fe, debemos entender que San Nicolás preservó, testificó y predicó esta verdadera fe en condiciones difíciles. En condiciones en las que había muchos obstáculos externos, en las que muchos fueron tentados y se apartaron. Con esto nos anima a ser fuertes en nuestra propia confesión de fe, a no quejarnos de las dificultades externas, a no esperar condiciones más cómodas o favorables, a no encontrar justificación en la dificultad de permanecer como verdaderos cristianos en un mundo que yace en el mal

Porque no podemos cambiarlo todo, no somos capaces de vencer todos los males y alejar todas las tinieblas de este siglo; esto solo lo logrará el Señor, cuando venga por segunda vez con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. Pero cuando no podemos cambiarlo todo, ¿significa eso que no debemos cambiar nada? Si no podemos ayudar a todos los necesitados, cuidar a todos los que sufren, mostrar misericordia a todos los necesitados, ¿significa esto que la tarea de ayudar a los demás no tiene sentido y que la lucha contra las manifestaciones del mal es inútil?

Haz lo que puedas en las circunstancias que tengas, hazlo con esperanza en Dios y con amor a tu prójimo, y te beneficiará a ti y a los demás. Esto es lo que la ciencia nos da San Nicolás no solo con palabras, sino con el ejemplo de vida. Mantén, nutre y multiplica la fe, muéstrala en obras de misericordia, y cada una de esas obras se convertirá en otra vela encendida en la oscuridad. Por sí solo, no disipará toda la oscuridad, pero exactamente donde se necesita, habrá más luz.

San Nicolás nos asegura que la lucha contra el mal, la injusticia y las tentaciones del falso razonamiento es difícil, pero nunca desesperada. Sí, ciertamente, el enemigo que se nos opone es fuerte, pero del lado de los que profesan la verdad y multiplican las buenas obras, siempre está el Señor, en quien los débiles encuentran apoyo, los entristecidos encuentran consuelo, los necesitados encuentran ayuda.

Por tanto, aunque diecisiete siglos nos separan del tiempo de la vida y el ministerio terrenales de San Nicolás, él sigue siendo ejemplo y modelo de una fe viva, activa, que supera los obstáculos y vence. Y nuestro tiempo, como aquellos tiempos antiguos, está lleno de oscuridad. Y ahora el mal también busca gobernar a las personas. Pero ahora, como entonces, somos capaces, con la ayuda de Dios, de resistir esta oscuridad, de encender corazones nuevos con el fuego de nuestra fe, de calentar a los necesitados con el calor del amor al prójimo.

Somos capaces de ser colaboradores, ayudantes de San Nicolás en numerosas buenas obras. Que no nos parezcan grandes o significativos, porque no todas las personas tienen las capacidades materiales para hacer grandes obras en el exterior. Pero a los ojos de Dios, todo eso es precioso y se convierte en un tesoro celestial que se conserva para la eternidad.

¡Queridos hermanos y hermanas!

En las circunstancias de la guerra, el dolor y el sufrimiento, todo lo que San Nicolás nos enseña y para lo cual sirve como ejemplo vivo se vuelve aún más importante. Por eso, deseo que todos seamos sus dignos discípulos y seguidores en la fe y en las buenas obras.

Y en el día de hoy de su glorificación, pedimos especialmente a San Nicolás, cuyo nombre significa “vencedor de naciones”, que acerque la victoria de la verdad y el bien a Ucrania.

¡San Nicolás, ruega a Dios por nosotros!

Amén.