En el fondo el alma es como una fortaleza inexpugnable. Cualquier visita de gracia, cualquier ayuda, llega hasta allí, pero la fortaleza permanece inexpugnable, porque la puerta se abre desde adentro. Y si no se abre desde dentro, la gracia tiene esta sutileza de no violar, de lo contrario no será gracia, será otra cosa. Será energía demoníaca. Entonces la gracia tiene esta sutileza de no romper puertas, sino de ir al alma, manifestar su presencia, endulzar el alma, esperar. Espera a que se abra la puerta desde dentro. Y el que está ahí tiene la llave. El hombre mismo tiene la capacidad de abrir la puerta desde adentro, pero se resiste y celosamente mantiene cerrada esta puerta. Tiene miedo de abrirla, aunque sabe que afuera está Dios esperando, es esta gracia de Dios, el cielo,

Tal es la terquedad del hombre. No quiere abrir. Estas almas sufren. Y hay muchos que lo hacen. Nos ayuda a entender lo que estamos diciendo algo que el bienaventurado Aspiotis menciona sobre el tipo melancólico. Por supuesto, está hablando de alguien que tiene una forma severa de melancolía. Dice que el melancólico siente que está viviendo en el infierno, y si bien entiende que si quiere salir de allí se encontrará en otro estado, escapará del infierno y saldrá en una redención, no lo hace. . Si bien él lo sabe, no lo sabe.

Los estados psicopatológicos tienen poder, y por eso la gente es disciplinada. Los chicos enfermos son intimidados. En mi opinión, el mal, esa resistencia de la que hablábamos, no es incurable. Si bien parece de esa manera, no lo es. Uno bien podría darse cuenta y decir: “¡Ah! ¿Por lo que es? Así son las cosas; y no hacerle caso. Como hicieron los alemanes. No pasaron de la línea de Mazino (*) a Francia. ¿Por qué deberían cruzar esa línea y matar a muchos? Dominaron Bélgica y desde Bélgica entraron en Francia. Y la línea de Mazino resultó inútil.

Así que a veces es necesario no ir en contra de esta resistencia. (Estoy hablando de los enfermos ahora, pero también en general). ¿Puede uno ante Dios como una persona razonable ver que esto es contrario a Dios? Para verlo y reconocerlo. Está bien, no puede sacarlo del camino, pero puede verlo, reconocerlo y decirle a Dios: “Sí, Dios. Toma mi problema, porque yo…” y déjalo ir. Es un desliz, un desenganche del alma de esta resistencia, y se deja a la gracia de Dios. Y Dios sabe cómo los perdonará.

Por eso creo que aquellos de estos pacientes que son capaces de hacerlo, tienen la voluntad de hacerlo, por supuesto siendo ayudados y apoyados en alguna parte, se escapan. ¿Debo decir algo más? No sólo escapan, sino que como saben lo terrible, lo amargo que es este encierro en este infierno, tienen aún más sed de Dios, aman aún más a Dios. Y cuando son un poco endulzados por Dios, nadie los rechaza de ninguna manera.

Lo que decimos ahora nos ayuda a ver mejor las cosas en general. Porque las situaciones enfermas, que son un extremo, que son una situación intensa, una realidad intensa, nos ayudan a ver la realidad más general. Algo así más o menos todo hombre tendrá obstinadamente allí en el fondo de su alma. Y cuando uno lloriquea y cuando se queja y cuando piensa que no está siendo notado y cuando piensa que está siendo agraviado, actúa como el niño testarudo, que se sienta obstinadamente en un rincón y gime. Sí, lo hace.

¿De qué te quejas? de qué te quejas? Déjate libre a Dios. Pero esto, “déjate llevar”, es la muerte. ¿Qué dirá la muerte? Él dirá que no estás sosteniendo nada. No tienes virtud, ni bien, ni nada. Una criatura pecadora se entrega a Dios. Entonces no tienes carta de triunfo. Es lo mejor que cualquier persona digestiva tiene que hacer. ¿Y hay alguien que no sea digerible? Todo el que desciende de Adán es digerible y por lo tanto esto es lo que debe hacer.

 

(*) Sistema de fortificaciones en la frontera entre Francia y Alemania.

Del libro: P. Symeon Kragiopoulou, “…siempre trabajan juntos para el bien”, Panorama Thessaloniki, 2014, p.208.