Símbolo Niceo-Constantinopolitano

EL SÍMBOLO DE LA FE (el credo) es una oración en la cual están presentadas, con breves pero exactas palabras, las verdades fundamentales de la fe ortodoxa.

El hombre sin fe es comparable a un ciego. La fe le permite al hombre obtener el conocimiento espiritual, que le ayuda a ver y comprender la esencia de lo que pasa a su alrededor, la razón de la creación, la finalidad de la existencia, lo que es correcto y lo que no lo es, hacia donde debe orientarse, etc.

DESDE LOS ANTIGUOS tiempos apostólicos, los cristianos utilizaban los llamados “símbolos de la fe” (o credos) para recordar las mas importantes verdades de la fe cristiana. En la antigua Iglesia existían varios símbolos de fe sucintos. En el siglo IV, cuando aparecieron las falsas doctrinas acerca de Dios Hijo y el Espíritu Santo, se suscitó la necesidad de completar los símbolos de antaño.

El Símbolo de la fe que estamos tratando fue compuesto por los Padres del Primer y Segundo Concilio Ecuménico (universal). En el Primer Concilio Ecuménico fueron redactados los siete primeros artículos de este Símbolo, y en el segundo, los cinco restantes. El Primer Concilio Ecuménico tuvo lugar en Nicea en el año 325 de la era cristiana, con el fin de afirmar la verdadera doctrina acerca del Hijo de Dios en contraposición a la falsa doctrina de Arrio, que sostenía que el Hijo de Dios fue creado por Dios Padre. El Segundo Concilio Ecuménico fue celebrado en el año 381 en Constantinopla para afirmar la doctrina verdadera del Espíritu Santo en contraposición a la falsa doctrina de Macedonio, que había rechazado la divina dignidad del Espíritu Santo. De acuerdo con los nombres de las dos ciudades en las cuales se reunieron los Padres del Primer y Segundo Concilio Ecuménico, el Símbolo lleva en nombre de Niceo-Constantinopolitano.

El Símbolo de la fe se divide en 12 artículos. En el primer artículo se habla de Dios Padre; desde el segundo hasta el séptimo artículo se habla de Dios Hijo; en el octavo artículo, de Dios Espíritu Santo; en el noveno, de la Iglesia; en el décimo, del bautismo y finalmente, los artículos undécimo y duodécimo expresan la resurrección de los muertos y la vida eterna.

El texto del Credo:

CREO EN UN SOLO DIOS, Padre Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios nacido del Padre, antes de todos los siglos; luz de luz; verdadero Dios de Dios verdadero. Engendrado no hecho; consubstancial al Padre, por Quien fueron hechas todas las cosas. Quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, bajó de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado también para nosotros bajo el poder de Poncio Pilatos, padeció, fue sepultado. Resucitó al tercer día según las escrituras. Subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre. Y vendrá por segunda vez lleno de gloria a juzgar a los vivos y a los muertos y su Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado que habló por los profetas. Y en una Iglesia Santa Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Y espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén.